Eduard Farràs Núñez

BIOGRAFÍA

Eduard Farràs Núñez (1987) se dedica profesionalmente a la botánica y a la difusión de los valores de la biodiversidad a través del blog floraornamentaldebarcelona.com, es actor de teatro amateur y bailarín de Locking. Algunos de sus poemas están incluidos en las antologías UniVersos que frecuento (Hijos del Hule, 2021) y en CuentoVersias (Hijos del Hule, 2022). Ha publicado el poemario Mal del siglo. Un paseo histórico-ficticio (Olé Libros, 2023) y ha colaborado en el magazine literario Irredimibles.


Poemas inéditos

Esa piedra habitual,
esa zancadilla anticipada
tantas veces.

China inmóvil que demuestra
dinamismo solamente en el
transporte de tu bolsillo al suelo.

Se repite la caída habitual,
anticipada,

premeditada.


Acabo de encumbrar
un amanecer de invierno.

No sé si soy un copo de luz,
y no sé si soy la arista más
oscura en el esquisto.

Si soy orilla
o si soy lago.


Poemas de Mal del siglo.
Un paseo histórico-ficticio
(Olé Libros, 2023)

1651 d.C.

Levantamiento Keian

La malva real siega un pasto de gramíneas.

Los penachos del miscanto destilan soja.

Mañana, pétalos de crisantemo apresarán la capital.


2020 d.C.

La COVID-19 causa estragos en las residencias geriátricas

Deslumbrante paloma, yo te vi des del balcón culminar como cruz redentora la basílica de los elegidos por San Pedro.

A mis ocho años, paloma inmaculada, intenté atraparte al vuelo cuando ibas a cruzar los cielos, ¿sabes? ¡A mis ocho años! El brazo frágil no alcanzó tu rumbo y quebró. Quebró el grito desgarrador, quebró la humedad de las lágrimas, quebró el chico.

Entre el coro de serafines taciturnos que me abrazaba Él, sin lustre, sin fuerza, sin gloria, entonó una elegía y estrechó contra el pecho a su querubín.

Era el abuelo, que roto por el dolor quiso recomponer los escombros de mi infancia.


2021 d.C.

Síndrome de la resignación

Corre, retoño, corre.
Corre tus cortinas de algodón peinado.

Céntrate en el naranjo del patio y sus flores de azahar.
La dulce fragancia infructífera se asemeja, rosada, a la de la amapola del sueño.

Huélela, huélela pequeño vástago.
Ya queda lejos la acacia que hundió sus espinas en tu memoria.